EMOCIONES. NOSOTROS COMO PROFES--------------------
ESTA ASIGNATURA, CONMIGO, YA LA TIENES APROBADA.
La importancia de las emociones en los afectados de TDAH, o aquellos que presentan una sintomatología afín, se vuelve vital a medida que pasan los años. Es tanta su importancia e influencia, que en la etapa de la adolescencia el tener en cuenta las emociones y por tanto su adecuada atención, puede marcar la diferencia, y de hecho lo hace en muchos casos, entre el éxito y el fracaso escolar de un alumno.
No manejar las emociones de forma correcta (conviene tener claro que estamos hablando de una AFECTACIÓN INTRÍNSECA AL PROPIO TDAH a nivel ejecutivo) afecta a la vida social en general, a la conducta y, por supuesto, al rendimiento académico de forma particular.
Un caso típico de alumno con TDAH de Secundaria es el de un alumno ansioso, frustrado y con muy baja autoestima. Ante un caso de este tipo su comportamiento en el aula será rebelde y su actitud ante el estudio negativa. Lo que ya de por sí es suficientemente grave, se complica cuando invertimos el orden y creemos que el alumno es rebelde y mal estudiante y de ahí su frustración y su ansiedad. Este error está ligado a que muchos profesores no se cuestionen ni valoren el hecho de atender a la raíz del problema: el nivel emocional.
Remontar un caso como el que estamos ejemplificando es tremendamente complicado. Influyen multitud de factores en la re-educación necesaria (la situación familiar es una de las fundamentales) y tenemos además el agravante de la edad.
A medida que uno se hace mayor, cambiar los rasgos, el modo de ser, el comportamiento... se hace cada vez más complicado.
El historial de fracasos que traen en su mochila estos alumnos viene acompañado de un sentirse poco capaces, sentirse poco útiles, de una definición de sí mismos como malos estudiantes y de numerosísimos intentos frustrados de cambio que, unido a la inestabilidad e inconsistencia de los adultos que lo acompañan, hace que el cambio requiera UN PLANTEAMIENTO Y UNA PLANIFICACIÓN RIGUROSA POR PARTE DE LOS PROFESORES.
Una forma de empezar es atendiendo a las emociones. Y para ello lo ideal es comenzar haciendo ver a estos alumnos que se confía en ellos, que el pasado es pasado y que este curso puede ser diferente. El que este caso no se convierta en uno más de su historial de intentos fallidos dependerá también de nuestro nivel de profesionalidad, que lleva implícito: planificación, atención diaria, constancia, etc.
Hace poco veíamos en una red social, una tabla en la que se reflejaban los motivos de por qué un alumno decide estudiar. Además de los conocidos puntos referidos a la orientación al aprendizaje, se destacaban otros que hacían referencia a los resultados: Deseo de obtener una calificación positiva, deseo de obtener recompensas externas a las tareas y deseo de ser valorado positivamente.
Seamos francos. En nuestra época de estudiantes estos aspectos estaban también en un nivel igual sino superior al del propio deseo de aprender. El sentirse valorado es importante en todas las facetas de la vida y el éxito llama al éxito de la misma manera que el fracaso a la desmotivación.
Al alumno de TDAH al que dedicamos esta publicación hay que darle oportunidad de éxito. Tiene que poder experimentar ese éxito para engancharse, para tener motivación hacia el estudio.
Una buena manera de comenzar el curso puede ser diciendo estas palabras:
"Quiero que sepas que mi asignatura ya la tienes aprobada. No puede ser de otra manera. Sólo suspenderás si te esfuerzas por suspender y como sé que no será tu caso, vamos a trabajar para mantenernos en el aprobado".
La importancia de las emociones en los afectados de TDAH, o aquellos que presentan una sintomatología afín, se vuelve vital a medida que pasan los años. Es tanta su importancia e influencia, que en la etapa de la adolescencia el tener en cuenta las emociones y por tanto su adecuada atención, puede marcar la diferencia, y de hecho lo hace en muchos casos, entre el éxito y el fracaso escolar de un alumno.
No manejar las emociones de forma correcta (conviene tener claro que estamos hablando de una AFECTACIÓN INTRÍNSECA AL PROPIO TDAH a nivel ejecutivo) afecta a la vida social en general, a la conducta y, por supuesto, al rendimiento académico de forma particular.
Un caso típico de alumno con TDAH de Secundaria es el de un alumno ansioso, frustrado y con muy baja autoestima. Ante un caso de este tipo su comportamiento en el aula será rebelde y su actitud ante el estudio negativa. Lo que ya de por sí es suficientemente grave, se complica cuando invertimos el orden y creemos que el alumno es rebelde y mal estudiante y de ahí su frustración y su ansiedad. Este error está ligado a que muchos profesores no se cuestionen ni valoren el hecho de atender a la raíz del problema: el nivel emocional.
Remontar un caso como el que estamos ejemplificando es tremendamente complicado. Influyen multitud de factores en la re-educación necesaria (la situación familiar es una de las fundamentales) y tenemos además el agravante de la edad.
A medida que uno se hace mayor, cambiar los rasgos, el modo de ser, el comportamiento... se hace cada vez más complicado.
El historial de fracasos que traen en su mochila estos alumnos viene acompañado de un sentirse poco capaces, sentirse poco útiles, de una definición de sí mismos como malos estudiantes y de numerosísimos intentos frustrados de cambio que, unido a la inestabilidad e inconsistencia de los adultos que lo acompañan, hace que el cambio requiera UN PLANTEAMIENTO Y UNA PLANIFICACIÓN RIGUROSA POR PARTE DE LOS PROFESORES.
Una forma de empezar es atendiendo a las emociones. Y para ello lo ideal es comenzar haciendo ver a estos alumnos que se confía en ellos, que el pasado es pasado y que este curso puede ser diferente. El que este caso no se convierta en uno más de su historial de intentos fallidos dependerá también de nuestro nivel de profesionalidad, que lleva implícito: planificación, atención diaria, constancia, etc.
Hace poco veíamos en una red social, una tabla en la que se reflejaban los motivos de por qué un alumno decide estudiar. Además de los conocidos puntos referidos a la orientación al aprendizaje, se destacaban otros que hacían referencia a los resultados: Deseo de obtener una calificación positiva, deseo de obtener recompensas externas a las tareas y deseo de ser valorado positivamente.
Seamos francos. En nuestra época de estudiantes estos aspectos estaban también en un nivel igual sino superior al del propio deseo de aprender. El sentirse valorado es importante en todas las facetas de la vida y el éxito llama al éxito de la misma manera que el fracaso a la desmotivación.
Al alumno de TDAH al que dedicamos esta publicación hay que darle oportunidad de éxito. Tiene que poder experimentar ese éxito para engancharse, para tener motivación hacia el estudio.
Una buena manera de comenzar el curso puede ser diciendo estas palabras:
"Quiero que sepas que mi asignatura ya la tienes aprobada. No puede ser de otra manera. Sólo suspenderás si te esfuerzas por suspender y como sé que no será tu caso, vamos a trabajar para mantenernos en el aprobado".
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